La virtualización de la enseñanza fue una de las principales novedades de este tiempo de edificios cerrados, pero de escuelas abiertas que trasladaron su vida y su quehacer a los hogares de millones de niños, niñas y adolescentes en toda la región. Con el propósito de mitigar las pérdidas de aprendizaje asociadas con el distanciamiento social obligatorio, las iniciativas TIC nacionales y subnacionales se multiplicaron con un claro propósito inclusivo, integradas en algunos casos en una estrategia holística y, en otras, como múltiples acciones más o menos articuladas. A pesar de todos los esfuerzos que exigió la gravedad del momento, tanto la desigualdad en el acceso a los dispositivos tecnológicos como las dificultades respecto de la imprescindible conectividad para sostener la educación remota impactaron en el desarrollo de las trayectorias escolares, agudizando las brechas socioeducativas preexistentes a lo largo de toda la región.