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Autores/as: Antonio Marlasca
La bioética es una disciplina relativamente reciente. Suele haber acuerdo al señalar su fecha simbólica de nacimiento: hacía 1970. Viene a ser una derivación de las éticas o deontologías profesionales, específicamente de la ética profesional médica, de cuño más o menos confesional o religioso. De ahí que en un primer momento tuvieron un papel destacado en su desarrollo teólogos moralistas y filósofos cristianos. Posteriormente se ubica en la perspectiva de una ética filosófica, racional –al menos, esa es su intención-- y va perdiendo importancia en ella el predominio teológico que acusó en sus inicios. En la actualidad, aunque no es muy clara su ubicación en el conjunto de los saberes, la bioética se sitúa a caballo entre las ciencias y la filosofía e intenta fundamentarse en el contexto de una sociedad pluralista, secular y liberal y guiada por una racionalidad autónoma. El cualquier caso, la filosofía ha desempeñado y desempeña un papel primordial en la construcción de éste saber –la bioética-- que se quiere y profesa civil, secular, laico, plural e interdisciplinario, ya que, por una parte, permite un debate en profundidad de los grandes temas bioéticos y, por otra, abre ella misma la puerta al pluralismo ético en virtud precisamente de la pluralidad de concepciones filosóficas. Si bien es cierto que la bioética ha adquirido ya mayoría de edad y se ha independizado de la tutela religiosa de las Iglesias, también es cierto que no existe una bioética secular absolutamente neutral. Cada autor, como era de esperar, habla y enfoca los temas bioéticos desde su propia tradición cultural. (Y no hará falta recordar que la religión forma parte de la cultura). En todo caso, en el seno de las sociedades laicas, pluralistas y permisivas, las intervenciones, a veces autoritarias y dogmáticas de la jerarquía de la Iglesia Católica en este campo, son percibidas como un intento de imponer en una sociedad plural las convicciones particulares de un grupo religioso (aunque sea muy numeroso). En el contexto actual de la bioética, la teología moral será bienvenida si acude con mentalidad dialogante y no de juez de lo permitido y lo prohibido, si se muestra más bien como suscitadora de valores que como determinadora de normas. En otras palabras, hoy sobra una teología moral de recetas prefabricadas y se echa de menos una teología discente, dialogante: una teología de propuestas más que de respuestas.