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Autores/as: Aquilino Polaino
El origen, sin duda alguna, es la familia: las primeras relaciones, las relaciones tempranas entre padres e hijos, que es donde en verdad se acuna. La evolución, en cambio, depende mucho de las vicisitudes por las que haya atravesado la propia biografía. El origen exige casi siempre la comparecencia de los padres y las personas que con su cariño nos quisieron y nos enseñaron a querer. La evolución, por el contrario, depende más del propio talante afectivo y personal, es decir, de lo que hacemos con nuestros sentimientos, de cómo los expresamos y de cómo acogemos las manifestaciones de afecto de quienes nos rodean.