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Autores/as: Juan Uribe Echeverría
El calendario folklórico chileno registra una cantidad extraordinaria de celebraciones religiosas en las que intervienen cofradías danzantes, cuyo origen se remonta a los albores de la colonia. Cronistas como Alonso Ovalle dan fe de las procesiones santiaguinas del siglo XVII, animadas con la participación de los bailes de indios y morenos, quienes competían en luces, insignias, pendones, danzas, músicas, cajas y clarines. En la actualidad estas danzas han desaparecido, casi completamente, desde Santiago al sur, pero se mantienen, sin visos de decadencia, desde la provincia de Valparaíso y sus inmediaciones, hasta el extremo norte del país.