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Autores/as: José Antonio Díaz Huertas , Laura Marín López , Antonio Muñoz Hoyos , y otros autores
El pediatra debió cambiar, y lo sigue haciendo, empezando por aprender la importancia de los factores de riesgo. Así se ratificó el papel de todo lo referente al ambiente o entorno, tipo de trabajo o paro de los padres, la familia en crisis, el niño emigrante o de etnia marginada, el impacto del divorcio sobre los hijos, la madre adolescente, la afectación por las drogas a través de la madre y por abuso en la adolescencia, la carencia afectiva iniciada por el hospitalismo, la delincuencia juvenil, el error y falta de escolaridad o la vivienda insalubre. Todos son problemas ya clásicos, a los que el manual que nace ahora debe añadir otros nuevos, como la violencia en general, incluida la denominada violencia de género, y el caso impensable de la violencia ascendente o filio-parental, el acoso escolar, el ciber-acoso, las enfermedades de baja prevalencia o raras, el niño afecto de infección VIH, los menores no acompañados o el creciente síndrome de falta atención con o sin hiperactividad hasta la obesidad como problema social, desplazando junto con la subnutrición, a la malnutrición, al menos en nuestro medio. Los factores de riesgo se asocian a los biológicos, pero no hay que olvidar la pobreza, ahora redescubierta, cuando se comprueba que uno de cada cuatro niños españoles, puede estar viviendo por debajo del nivel de pobreza, lo mismo que mil millones de los habitantes del mundo.