

Esta obra está bajo una licencia internacional Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0.
Autores/as: Silvia Olmedo
La toxicidad emocional tiene un mecanismo de acción casi perverso, ya que no la vemos venir, entra en nuestra vida sin que nos demos cuenta y se instala sin que sepamos reaccionar a tiempo. No funciona como un veneno potente que te mata al instante, sino que va penetrando poco a poco en tu sistema. De manera gradual vas haciendo pequeñas concesiones que cambian totalmente la dirección donde querías ir, que te llevan a un sitio donde nunca quisiste estar y a ser una persona que nunca quisiste ser.