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Autores/as: Walden Bello
Durante muchos años nos han dicho que la globalización era benigna, que era un proceso que traía el mayor beneficio para el mayor número de gente, que la buena ciudadanía radicaba en aceptar la regla impersonal del mercado, y que el buen gobierno era aquel que dejaba libre el camino a las fuerzas del mercado y permitía que la encarnación más efectiva de la libertad del mercado, la corporación transnacional, trabajara para obtener la combinación más eficiente de capital, tierra, tecnología y mano de obra.