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Autores/as: Alfonso De Valdés
Un caballero mancebo de la corte del Emperador, llamado Lactancio, topó en la plaza de Valladolid con un arcediano que venía de Roma en hábito de soldado y, entrando en San Francisco, hablan sobre las cosas en Roma acaecidas. En la primera parte, muestra Lactancio al Arcediano cómo el Emperador ninguna culpa en ello tiene, y en la segunda, cómo todo lo ha permitido Dios por el bien de la cristiandad.